lunes, 15 de julio de 2013

CD 84 - Con Voz Propia: Joaquín Sabina (II)


Una Estética de la Impostura

...Y como además sale gratis

soñar

y no creo en la reencarnación,

con un poco de imaginación

partiré de viaje enseguida

a vivir otras vidas,

a probarme otros nombres,

a colarme en el traje y la piel

de todos los hombres

que nunca seré...

La del pirata cojo

(Física y química)


“En muchas ocasiones me he sentido víctima del personaje

por mí creado y culpable de haber colaborado en mi

caricatura. No se puede decir en la prensa, o no se debe,

por cuestiones de estrategia artística, cosa que aprendí

tarde, que vas de putas o que tomas copas o que vives de

noche, porque eso se transforma en una caricatura

tremenda de un borrachín putero con los pantalones

bajados y metiéndose rayas. Tal vez no debí colaborar en

eso. ¡Pero yo sólo decía la verdad! Que vivo de noche y

que tomo copas. Y que he frecuentado el mundo de las

putas y que alguna vez me he metido alguna raya, cosa

que los demás no dicen y que yo entiendo que no lo digan.

Aunque la hipocresía que hay es abominable.”

"En mitad de la íntima noche, Joaquín alimenta su vaso de whisky por enésima  vez. Está muy a gustito, que diría cierto insigne matador metido a tonadillera filósofa por culpa de una sobreingesta etílica. Tan a gustito, que no ha tenido reparos en confesar que quizá mienta. O tal vez sería más exacto decir que el  cantante piensa que la mentira —“bendita sea”— posee arboledas que a él le gusta frecuentar. A veces hasta el punto, y con el riesgo, de que ésta se confunda con la realidad. Pero ¿qué importancia puede tener eso? En la vida de un artista lo único en verdad esencial, señores, es la poesía. Y la mentira puede llegar a ser tan lírica como un arpa. Más, incluso. Y no estoy hablando de esas mentiras toscas, burdas, gratuitas e inverosímiles que están al alcance de cualquier aficionado, por supuesto  que no. Hablo de ese sutil ejercicio de simulación que puede dar los más codiciados frutos si quien lo pone en práctica domina el difícil arte de la seducción. Hablo, en fin, de la impostura, de la que Joaquín es todo un maestro.

J. M. F: La mentira, Joaquín, nos conduce de forma ineludible a una de sus parientes más cercanas: la impostura.

J. S.: Sí. Además me gusta mucho el pie que me pones porque yo no soporto la mentira en el comportamiento de la gente, pero en la literatura es lo único que quiero. Y en los sueños también. Si hay una mentira que soporto e incluso predico es la piadosa. Quiero decir: ahora mismo viene tu novia, ¿no?, y resulta que yo le caigo muy mal desde hace años. Entra y le digo: “Bienvenida”, y ella me suelta: “Mira, yo soy una chica muy franca y siempre digo la verdad. Tengo que decirte que me pareces un tipo repugnante e insoportable.” Mire usted, no. Creo que la civilización y la educación sirven para algo. Quitando ese ejemplo, y no conozco otro —vuelvo a decir que la mentira de los políticos me parece repugnante—, la mentira en el comportamiento cotidiano no la soporto. En la literatura, que me den más. En la canción, que me den más. Porque en las canciones y en los poemas las mentiras son más verdad que las verdades agropecuarias y peatonales.”

(Fragmento “Sabina En Carne Viva”, diálogos entre Joaquín Sabina y Javier Menéndez Florez. Ediciones B, Barcelona, España, 2006)


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